Los Carriles-Valgrande: Sin vivienda para nuestros ciudadanos por culpa de nuestros incompetentes políticos y unos ecologistas de salón
Durante más de 20 años, Los Carriles-Valgrande ha sido la gran promesa rota de Alcobendas. Lo que debía ser un barrio lleno de vida, viviendas y zonas verdes, es hoy un símbolo de cobardía política y dogmatismo ecolojeta
08/06/2025
Alcobendas lleva más de 20 años secuestrada por una doble plaga: la de los inútiles políticos que hablan como terapeutas grupales, y la de los ecologistas (ecolojetas) que juegan a ser jueces supremos del territorio. El resultado: el desarrollo urbanístico de Los Carriles-Valgrande sigue sin ver la luz, mientras miles de familias, jóvenes y vecinos de nuestra querida Alcobendas sufren los efectos de tanta incompetencia política y estupidez ecolojeta.
Los Carriles-Valgrande no es un debate técnico ni un conflicto menor. Es una zona estratégica para el futuro de Alcobendas, donde podríamos tener ya construidas más de 8.500 viviendas, muchas de ellas protegidas, con zonas verdes, equipamientos, y una ordenación pensada para conectar con el resto del municipio. Pero no: el proyecto fue saboteado por la inacción política y por los tribunales, a instancias de grupos ecologistas que ven un delito ecológico en cada metro cuadrado de desarrollo urbano. Mientras tanto, los precios del alquiler y la compraventa se disparan en todos los barrios de nuestra ciudad. Los hijos de los vecinos de Alcobendas no pueden independizarse aquí. Se marchan a municipios más lejanos, mal conectados y con peores servicios.
¿Y qué ofrece el Ayuntamiento? Silencio, comisiones vacías, promesas de “modelos urbanos amables” y mucho titular para la prensa local. La parálisis viene de lejos. PP, Ciudadanos, PSOE jamás fueron capaces de alcanzar un acuerdo serio, técnico y valiente. Prefirieron el bloqueo cómodo a la decisión incómoda. Y, como en tantas otras ciudades de España, el discurso de la “escucha activa” y la “empatía institucional” ha sustituido a la acción. La política se ha convertido en un ejercicio de psicología emocional, en el que nadie quiere asumir riesgos, pero todos quieren quedar bien en el acta de la comisión urbanística. Y mientras los políticos recitan mantras vacíos, Ecologistas en Acción celebra cada sentencia judicial como si acabara de salvar el planeta. La última, del Tribunal Supremo, confirma la anulación total del planeamiento por “defectos estructurales”. Lo que nadie dice es que esos defectos son fruto de una legislación tan arbitraria y formalista que se ha convertido en una máquina de impedir. Pero a los ecologistas les da igual: su estrategia es clara. Bloquear por sistema. Ganar tiempo. Repetir procesos. Reventar cualquier intento de ampliar la ciudad. Han llegado incluso a criticar una solución técnica como era la construcción de una colina artificial —de 22 metros, sí, pero perfectamente integrada— que pretendía aislar una línea de alta tensión. La describen como si se fuera a construir el Monte Fuji sobre Valdelatas. Todo lo que no sea dejar el terreno tal como está se convierte, en su vocabulario, en un “ecocidio”. Ecolojetas de manual que están destrozando las vidas de jovenes y no tan jovenes que desean continuar viviendo en su ciudad natal y no pueden.
Y mientras tanto, los vecinos del Distrito Centro, los jóvenes, las parejas, los trabajadores, pagan los platos rotos de tanto narcisismo ideológico. No hay vivienda. No hay suelo. No hay soluciones. Solo retórica empática, tecnicismos paralizantes y una minoría activista dictando la agenda de una ciudad de 120.000 habitantes, con la incompetencia de la totalidad de los grupos políticos de Alcobendas, todos unos inútiles.
Desde Alcobendas Sin Más exigimos que se actúe ya. Que se rehaga el planeamiento, sí, pero con voluntad política real. Que se ponga el interés general por encima del ruido ideológico. Que se mire a la cara a los vecinos y se les diga la verdad: que Alcobendas no puede seguir bloqueada porque un puñado de ecologistas iluminados y varios partidos con miedo a decidir han convertido el desarrollo urbano en una carrera de obstáculos judiciales.
Los Carriles no son un monte sagrado. Son una oportunidad de vivienda, de orden, de ciudad. Y negársela a nuestros vecinos es una forma de violencia urbana, revestida de sensibilidad progresista.
Sergio Martínez Herrero