Alcaldesa: Alcobendas no va bien

Caminar hoy por las calles del Distrito Centro de Alcobendas es un ejercicio de nostalgia y de indignación.

14/08/2025

Quien lo conoció lleno de vida, con comercios abiertos y vecinos saludándose de esquina a esquina, apenas reconoce lo que queda. Las persianas bajadas, los carteles de “Se vende” y “Se alquila” y el silencio extraño de locales vacíos se mezclan con una creciente sensación de inseguridad. Y no, no es una percepción exagerada: menos comercios, menos vecinos de toda la vida y calles más solitarias crean el caldo de cultivo perfecto para que los problemas se multipliquen. Mientras tanto, desde el equipo de gobierno se insiste en un eslogan que cada vez suena más insultante: “ALCOBENDAS va bien”. La pregunta es, ¿para quién? Porque para quienes vivimos aquí, cada día es más evidente que el Centro se apaga. Y por si fuera poco, la propia alcaldesa Rocío García Alcántara, con motivo de los dos años de su gobierno, ha declarado que “La buena gestión, los bajos impuestos y la seguridad cotizan al alza”, en un acto más de propaganda que parece ser lo único que bordan, mientras la realidad de nuestros barrios cuenta otra historia muy distinta.

El comercio tradicional, ese que no solo vendía productos sino que tejía relaciones humanas, está desapareciendo a un ritmo alarmante. Donde antes había zapaterías, mercerías o pequeñas tiendas de barrio, ahora surgen bares y locales de alimentación o música procedentes de otras latitudes. No se trata de criticar la diversidad cultural, que puede enriquecer una ciudad, sino de reconocer un hecho: este tipo de negocios, cuando se concentran de forma excesiva, alteran el equilibrio y provocan más ruido y perturbaciones, especialmente durante la noche, afectando al descanso de quienes llevan aquí toda la vida. Y eso se suma al cierre de comercios que daban vida diurna, al vaciamiento de calles y al progresivo desplazamiento de los vecinos de siempre, expulsados por alquileres más altos, por unos servicios que no acompañan ni se adaptan a las necesidades reales del barrio y por un entorno que ya no les protege como antes.

La seguridad, en este contexto, es un pilar irrenunciable. No puede existir un barrio próspero ni una comunidad cohesionada si los vecinos no se sienten seguros al salir o volver a casa. Y aquí no podemos evitar dirigirnos directamente a Carlos Rodrigo Medina, concejal de Seguridad, Protección Civil, Emergencias y Movilidad. Señor Rodrigo Medina, su cargo no es decorativo: es su responsabilidad garantizar que el Centro recupere la tranquilidad que ha perdido. No basta con cifras de delitos maquilladas o con algún operativo puntual; hacen falta patrullas visibles, intervención constante y medidas que ataquen las causas, no solo los síntomas. La inseguridad no solo espanta a los vecinos: espanta a posibles nuevos comercios y acelera la degradación del barrio.

A esto se suma la pasividad en materia de comercio y empleo. María del Mar Rodríguez Fernández, como concejal de Fomento del Empleo, Comercio, Consumo y Licencias, no puede limitarse a celebrar la llegada de grandes empresas a Alcobendas mientras el corazón de la ciudad languidece. Las multinacionales dan titulares y generan empleo, sí, pero no sustituyen el papel vital del pequeño comercio en el Centro. Sin un plan que apoye al comercio local, que ofrezca incentivos reales y que revitalice las calles, el distrito seguirá vaciándose. En otras ciudades, como Madrid, se está facilitando mucho más el cambio de uso de locales vacíos para transformarlos en viviendas. En Alcobendas, aunque se permite, el proceso es mucho más complicado y burocrático, lo que desincentiva a propietarios e inversores. Esto podría agilizarse para atraer nuevos residentes, dar vida a las calles y frenar el deterioro. Aquí, sin embargo, seguimos viendo cómo la falta de acción política condena a nuestro barrio a la inercia y la decadencia.

El deterioro del Centro no es inevitable. Quienes hemos vivido aquí sabemos que hubo un tiempo en el que las calles eran un hervidero de actividad, los niños jugaban sin miedo, los mayores conversaban tranquilos y los comercios eran puntos de encuentro. Ese espíritu puede recuperarse, pero requiere algo que nuestros dirigentes parecen haber olvidado: voluntad y compromiso real con los vecinos, no con las estadísticas. Alcobendas no va “bien” mientras su barrio histórico se apague. Recuperar el Centro pasa por garantizar seguridad, apoyar a su comercio, controlar los problemas de ruido y convivencia y asegurar que nuestros mayores puedan quedarse donde siempre han vivido, cerca de sus amigos y de sus recuerdos. Porque si dejamos que muera el Centro, no perderemos solo unas calles: perderemos la identidad misma de nuestra ciudad.

Jesús Ulloa
Presidente de Alcobendas Sin Más

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