Alcobendas: ¿Dónde está el barrendero de carrito? La distancia entre el discurso político y la calle
21/08/2025
Los políticos —tanto los de ahora como los de antes— llevan años repitiendo que Alcobendas es una ciudad limpia, que invertimos millones en contratos con grandes empresas, que se han comprado camiones eléctricos y máquinas de última generación. Todo muy moderno, todo muy sostenible… sobre el papel. Pero el vecino que sale a pasear por el Centro, por Valdelasfuentes o por el Juncal se encuentra con otra realidad: calles cada vez más sucias y un barrendero de carrito que ha desaparecido del paisaje urbano. Papeleras rebosando a media tarde, bordillos ennegrecidos, polvo acumulado en las aceras y alcorques convertidos en ceniceros. El vecino ya no ve al operario de siempre que pasaba cada día con su carrito. En su lugar, de vez en cuando aparece una máquina que decapa o un camión que vacía contenedores. Y mientras tanto, la suciedad se acumula.
La limpieza de Alcobendas está en manos de Acciona desde 2018. El contrato inicial era de unos 7,6 millones al año, y con las ampliaciones posteriores ya supera los 10 millones. Se han anunciado refuerzos de plantilla, nuevas barredoras, vehículos eléctricos y hasta decapadoras. En 2025, incluso se ha contratado una auditoría externa para “controlar la calidad del servicio”. Sobre el papel todo suena impecable. En la práctica, basta con dar una vuelta por cualquier barrio para comprobar que el dinero no se traduce en limpieza. Y no, el problema no es de presupuesto: el Ayuntamiento maneja 220 millones de euros anuales. El problema es de prioridades políticas. Aquí se ha preferido presumir de tecnología y de contratos “verdes” en lugar de garantizar lo más sencillo: un barrendero presente en la calle, todos los días, en todas las zonas.
La consecuencia está a la vista. Hay calles que no se barren en una semana. Los vecinos lo dicen con claridad: “pasan las máquinas, pero no las personas”. Y cuando la limpieza se convierte en algo puntual y no constante, la ciudad empieza a deteriorarse. No se trata solo de estética: la suciedad acumulada genera inseguridad, resta atractivo al comercio, afecta al valor de la vivienda y, lo más grave, supone un riesgo para la salud. El polvo se acumula, las alcantarillas se secan y se taponan, y los malos olores se hacen habituales en ciertas zonas. Esa es la Alcobendas real, la que se vive cada día.
Hay medidas de sentido común que no requieren millones de euros ni anuncios grandilocuentes. Una de ellas es recuperar el riego nocturno de las calles. Rociar la calzada y las aceras durante la noche serviría para refrescar el ambiente en verano, evitar el polvo hasta que pase la barredora de bordillos, arrastrar la suciedad que el barrido mecánico no recoge y mantener limpias las alcantarillas, que pueden pasar meses sin recibir una gota de agua. No se trata de inventar nada nuevo, sino de volver a prácticas básicas que muchas ciudades nunca han abandonado.
Aquí no vale mirar solo al gobierno actual. Este deterioro viene de atrás. Los anteriores firmaron contratos millonarios y se quedaron tan tranquilos sin comprobar si se cumplían. El actual presume de modernización y auditorías, pero las calles siguen igual. Y la oposición, por su parte, se limita a publicar alguna queja en redes sociales, sin presionar de verdad para que el Ayuntamiento dé explicaciones claras sobre la plantilla real de barrenderos o la frecuencia de barrido en cada barrio. Todos son responsables. Unos por acción y otros por omisión. La limpieza viaria no es un lujo, es un servicio básico y no va de izquierdas o derechas. Y cuando falla, la ciudad entera se resiente.
Desde Alcobendas Sin Más lo decimos sin rodeos: la ciudad necesita recuperar al barrendero de carrito. Esa figura cercana, reconocible y constante, que garantizaba que todos los días alguien pasaba por tu calle, no puede sustituirse por una máquina que aparece de vez en cuando. Queremos más presencia humana y menos propaganda. Queremos calles regadas por la noche, papeleras vacías a tiempo y aceras limpias a diario. Queremos que los vecinos vuelvan a sentirse orgullosos de su ciudad, no resignados a vivir en una Alcobendas sucia y polvorienta.
No podemos seguir aceptando que se gasten millones en limpieza mientras los vecinos vemos cada día calles descuidadas. La gestión política, la de hoy y la de ayer, ha fracasado. Y la oposición, cómoda en su papel de comentarista en redes, tampoco ha estado a la altura. Ha llegado la hora de exigir transparencia real: saber cuántos barrenderos hay, cuántas veces se barre cada calle y qué resultados se consiguen. No queremos excusas ni contratos en un cajón. Queremos resultados visibles en la calle. Alcobendas no se limpia sola. Se limpia con personas, con planificación seria y con respeto a los vecinos que pagan impuestos. Y eso empieza por recuperar al barrendero de carrito y el riego nocturno. Todo lo demás son fuegos artificiales.
Jesús Ulloa
Presidente de Alcobendas Sin Más