Urbanizaciones: el abandono que erosiona la confianza

El Ayuntamiento de Alcobendas da la espalda a su distrito más emblemático mientras los vecinos, cansados del abandono, empiezan a cuestionarse su fidelidad política y su pertenencia a una ciudad que parece haberlos olvidado.

03/11/2025

Cada día son más los vecinos del distrito Urbanizaciones que sienten que el Ayuntamiento de Alcobendas les da la espalda. Las diferencias con el resto de la ciudad son cada vez más evidentes: aquí no llegan las mejoras, ni los planes de limpieza, ni las soluciones al tráfico. Mientras tanto, el Consistorio parece vivir ajeno a una realidad que se deteriora a diario. Las Entidades de Conservación —como las de La Moraleja, El Soto o El Encinar— consiguen mantener una imagen aceptable del entorno gracias al esfuerzo y a la cofinanciación de los propios vecinos, complementada con subvenciones municipales. Pero allí donde esas entidades no operan, el abandono es absoluto.

El contraste con el resto de la ciudad resulta indignante. El Ayuntamiento amplía contratos de limpieza para los distritos Centro y Norte, pero deja fuera a Urbanizaciones, el distrito que más aporta a las arcas municipales, pero al que menos concejales corresponden por una razón lógica de población. Y no hablamos de un problema menor: hablamos de un abandono sostenido, de una gestión desigual y de la sensación cada vez más extendida entre los vecinos de que el Ayuntamiento solo se acuerda de ellos para cobrar impuestos. Mientras tanto, los problemas reales —como el tráfico, que cada mañana convierte a La Moraleja en una auténtica ratonera entre quienes la cruzan para eludir el atasco de la N-I, los accesos a los colegios, los trabajadores que entran a Alcobendas y los nuevos vecinos de las urbanizaciones aledañas donde no se ha respetado la densidad existente— siguen sin respuesta. El Ayuntamiento tiene la competencia y la responsabilidad, pero su inacción ya es crónica.

Por si fuera poco, lejos de aliviar esta presión, el propio Ayuntamiento sigue otorgando nuevas licencias para centros educativos, residencias de ancianos y promociones residenciales dentro del distrito, sin una planificación coherente ni un estudio serio de movilidad. Cada nuevo proyecto multiplica el tráfico en unas calles que no están concebidas para soportar semejante volumen de vehículos, deteriorando la calidad de vida de los vecinos y alterando la esencia de un entorno que siempre se caracterizó por su tranquilidad y su equilibrio urbanístico. Mientras los servicios básicos se degradan, el Ayuntamiento sigue aprobando desarrollos que benefician a unos pocos y castigan a todos los demás.

No es la primera vez que los vecinos de La Moraleja sienten que podrían valerse por sí mismos. A finales de los años 80 y principios de los 90, los vecinos de La Moraleja impulsaron un ambicioso proceso para segregarse administrativamente de Alcobendas. Tras años de trabajo, recogida de firmas y reuniones, la ilusión se fue diluyendo poco a poco hasta que, en abril de 1996, el Ayuntamiento archivó oficialmente el expediente de segregación. No fue por falta de apoyo vecinal —la mayoría lo respaldaba—, sino porque faltaron apenas 300 firmas para cumplir con los requisitos legales que habrían permitido tramitar la segregación. Trescientas firmas que pudieron cambiar la historia de La Moraleja. Aquella iniciativa se perdió en los archivos, pero dejó un precedente que muchos recuerdan. Y ahora, con el descontento y la falta de acción municipal, vuelve a resonar en las conversaciones de quienes empiezan a preguntarse si Alcobendas sigue mereciendo su confianza.

El malestar se agrava cuando aparecen hechos que parecen premiar a los afines mientras se ignora a los vecinos. En noviembre de 2024, la Asociación de Propietarios de La Moraleja denunció públicamente la modificación de la superficie de una parcela que, según el catastro original, contaba con poco menos de 9.000 metros cuadrados, una extensión insuficiente para poder edificarse. Sorprendentemente, tras una “corrección” promovida desde el propio Ayuntamiento, el terreno pasó a figurar con más de 10.000 metros, lo que permite construir en él. Lo más llamativo es que el propietario de la parcela estaría vinculado a la Entidad de Conservación de La Moraleja. Una entidad, recordemos, cofinanciada entre los propios vecinos y las subvenciones municipales. ¿Un favor político? ¿Un intento de comprar silencio y control ante el creciente descontento vecinal?

El Ayuntamiento de Alcobendas parece haber olvidado que el distrito Urbanizaciones ha sido tradicionalmente su principal caladero de votos. Pero esa fidelidad no es inquebrantable. Los vecinos ven, comparan y juzgan. Y cuando la única respuesta que reciben es el abandono, la paciencia se agota. La desafección no se construye de un día para otro, pero el Ayuntamiento está poniendo todos los ladrillos necesarios. Si no cambian las cosas, no será de extrañar que muchos empiecen a mirar hacia otras opciones. O que, como ya ocurrió una vez, vuelvan a plantearse si no sería mejor caminar por su cuenta.

Jesús Ulloa
Presidente de Alcobendas Sin Más

🡄 Anterior Actualidad Siguiente 🡆